Señor, quiero agradecerte por la fortaleza que me
das. Hoy me siento débil y frágil— pero sé que cuando soy débil, Tú eres
fuerte. Infúndeme tu fuerza hoy. Mi fuerza procede del tiempo
que paso a solas contigo y Te agradezco porque lo único que tengo que hacer es
decir dos palabras—“Jesús, ayúdame”.
Tú deseas darme fuerzas física,
emocional y espiritualmente. Recuérdo con frecuencia, a lo largo del día, que
tengo tu presencia en mí. Señor, separado de Ti nada puedo hacer. Y así lo
siento. Cuando trato de hacer las cosas siento abrumado fácilmente. Pero cuando
dependo de tu fuerza puedo correr sin cansarme.
Gracias por darme la fortaleza que necesitaré para
enfrentar lo que hoy se presente en mi vida. Te amo. Amén.
- 2 Corintios
12: 10 “Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen
en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden
hacer nada.” – Juan 15: 5