jueves, 3 de noviembre de 2011

PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

En la época de Jesús, cuando un hijo solicitaba a su padre una parte de la herencia familiar mientras el padre estaba en vida, con salud y fuerzas, era como expresarle sus deseos de muerte. El padre habrá tenido una expresión fuerte de rechazo de parte de su hijo menor, el cual al partir a tierras lejanas con todo lo que tenía, incluido su herencia, manifestaba abiertamente sus deseos de no regresar nunca más.
Este sentido de rechazo que habrá sentido el Padre, por parte del hijo, era una sensación y actitud muy dura que seguramente experimentaba como si su hijo se hubiera muerto. El hijo menor vivió en el país lejano derrochando todo, con desenfrenos, hasta que la situación económica del país a dónde había acudido cambió y él se quedó sin un centavo.
el menor—como el más descuidado. dijo, etc.—cansado de limitaciones, anhelando la independencia, incapaz de soportar más la vigilancia paternal. Este es el hombre, impaciente del gobierno divino, deseando ser independiente de Dios, buscando ser su propio dueño; aquel “pecado de pecados, en el cual se incluyen todos los pecados subsiguientes como en su germen, porque éstos no son sino el desarrollo de aquél”
De esta manera “Dios, cuando el servicio que se le rinde no es espontáneo, y el hombre cree encontrar algo mucho mejor en otra parte, le permite hacer la prueba, y éste descubrirá si es necesario por la triste experiencia, que el alejarse de Dios no es librarse del yugo, sino cambiar un yugo liviano por uno pesado, y un Señor benigno por mil tiranos y señores despóticos.
no muchos días después—embriagado con sus recursos nuevos, e impaciente por usarlos a su capricho. Provincia apartada—fuera del alcance de toda intervención desde su hogar. Desperdició.
Mientras duraba su hacienda, el amonestador, su conciencia, (Isaías 55:2  ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura) callaba (Isaías 57:10  En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste; Amós 4:6–10  Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová). Viviendo perdidamente.

Por la manera en que malgastó su dinero y consumió sus bienes, se hecha de ver que en realidad le faltaba mucha supervisión. Su situación se fue empeorando y al cabo, sin bienes y habiendo “una gran hambre en aquella provincia” De modo que, como Jonás, a quien no alcanzó la tormenta mientras no estuviera en alta mar a la merced de las olas, siente el pecador como si “las estrellas desde sus órbitas pelearan contra” él. (Jueces 5:20). Comenzóle a faltar—la primera etapa de su amarga experiencia, y la preparación para un cambio. Cambió tanto que tuvo que aceptar un trabajo tan denigrante y humillante para un judío como cuidar y alimentar cerdos. Este trabajo era considerado sucio, impuro y degradante.  Su estado era en verdad lamentable, porque su amo lo trataba peor que a los mismos cerdos. Todavía no está humillado su amor propio, incapaz de aguantar la vergüenza de un regreso. Este fué su abismo más profundo—estaba pereciendo no compadecido, solo en el mundo, y pronto a desaparecer sin ser echado de menos. Pero éste es el bendito punto decisivo; la medianoche antes de la aurora (2 Crónicas 12:8  Pero serán sus siervos; para que sepan lo que es servirme a mí, y que es servir a los reinos de las naciones; 33:12–13  Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres.
33:13 Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración, y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.
; Jeremías 2:19  Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos). Cuando estaba en esa dura situación pensó en volver a su casa porque allí siempre había de todo. Sin embargo su conciencia lo acusaba, por haberse ido de su casa, así que se convenció a si mismo de que volvería, pero trabajaría como un jornalero. La frase “Y volviendo en sí” (15:17) es la introducción a lo que posiblemente fuera el primer pensamiento honesto de su vida. volviendo en sí—Antes, había estado “fuera de sí” (Eclesiastes 9:3  Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos),  ¡Cuántos jornaleros, etc.—¡Qué testimonio a la naturaleza del hogar que había abandonado! Pero ¿no sabía todo esto antes de alejarse y durante todos los días de su exilio? Lo sabía y no lo sabía. Como su corazón estaba del todo apartado del hogar y sumido en indulgencias egoístas, la casa de su padre nunca entraba dentro del límite de su visión, o sólo como otro nombre por esclavitud y tristeza. Pero ahora vacío, desolado, ajado, pereciendo, el hogar, con toda su paz, plenitud, libertad, dignidad, se asoma ante su vista y llena toda su visión como una realidad viva y cálida, y quebranta su corazón.  Se verá luego en qué sentido Reconoció dos verdades, la segunda probablemente como consecuencia de la primera.
1. “¡En verdad estoy muy mal! Aun los jornaleros en casa de mi padre comen, y yo me muero del hambre”.
2. “He pecado contra el cielo y contra mi padre”.
Claro que el hambre ayudó a que sus ojos se abrieran, y su arrepentimiento fue sincero.
Se nota que sentía culpa y que cambió de parecer. Mientras que antes de abandonar la casa exigía “lo suyo”, ahora deseaba, ser uno de los sirvientes de su padre.

18. Me levantaré, e iré a mi padre—El cambio ha llegado al fin, y ¡qué cambio! expresado en términos de tan exquisita sencillez y poder, como si fueran especialmente redactados para todos los penitentes de corazón quebrantado. Padre, etc. —Nótese el término. Aunque “no es más digno de ser llamado su hijo”, el pecador pródigo es enseñado a reclamar la relación degradada y profanada, mas todavía existente, no pidiendo ser hecho siervo, sino quedando hijo ser hecho “como uno de los jornaleros”, deseoso de ocupar el lugar más humilde y hacer el trabajo más ruin. ¡Ah! ¿Ha llegado a esto? Una vez fue, “cualquier lugar antes que el hogar”. Ahora, “¡Oh aquel hogar! ¡Ojalá que pueda esperar que su puerta no esté cerrada contra mí, cuán contento tomaría cualquier lugar y hacer cualquier trabajo, feliz sólo por estar allí”. Bueno, esto es la conversión, nada absolutamente nuevo, mas todo nuevo: cosas viejas y familiares vistas en una luz nueva y por primera vez como realidades de magnitud y poder abrumadores. Cómo se produce esto, no dice la parábola. (Tenemos esto en abundancia en otra parte, Filipenses 2:13  porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad, etc.) Su único objeto es pintar la bienvenida al hogar de los pecadores más grandes, cuando (no importa por el momento cómo) ellos “se levantan y van a su padre”

“VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS
TRABAJADOS Y CARGADOS, Y YO OS HARÉ
DESCANSAR” (MATEO 11:28).
”. 20. como aun estuviese lejos— ¡Ah! sí, cuando se vuelve el rostro hacia el hogar, aunque todavía lejos, nuestro Padre reconoce a su hijo en nosotros, y sale a recibirnos, sin decir: “Que venga él a mí y pida perdón primero”, mas él mismo da el primer paso. Echóse sobre su cuello, y besóle—¡Cómo! ¿Con toda su suciedad? Sí. ¿En sus harapos? Sí. ¿En su miseria y quebranto? Sí. “Padre nuestro que estás en los cielos”, ¿es éste el retrato tuyo? Así es (Jeremías 31:20 Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová). Y porque es así, no me maravillo de que enseñanza tan incomparable haya hecho nuevo al mundo.
Con esta decisión en mente volvió a su casa, su padre lo vio desde lejos y se alegró, lo recibió, lo besó y dispuso que se haga una fiesta, porque el hijo que se había perdido, había vuelto. El hijo pidió perdón por haber pecado contra el cielo y contra su padre, pero el padre abrió sus brazos incondicionalmente sin lograr ocultar la alegría que tenía por la vuelta de su hijo.
·   Su padre ordenó que lo vistieran con las mejores ropas, generalmente estas ropas correspondían al jefe de familia, puso un anillo en su dedo simbolizando su poder sobre los sirvientes ANILLO Pieza de forma circular que se utilizaba mayormente con fines estéticos en los dedos, la nariz o las orejas. También se tallaba en él algún signo que indicara la identidad del dueño, como símbolo de autoridad, en forma de sello. Así se estampaba con él a. en barro blando o cera señalando quien aprobaba o enviaba o hacía algo. Por eso Faraón “quitó su a. de su mano, y lo puso en la mano de José”, indicando así su exaltación al poder (Gn. 41:42  Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello). El decreto de Asuero “fue escrito, y sellado con el a. del rey” (Est. 3:12). Es, pues, símbolo de autoridad. Dios promete a •Zorobabel que le pondrá “como a. de sellar” (Hag. 2:23  En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos).
Dar un a. significaba otorgar dignidad y aceptación a la persona. Terminada su   aflicción, a Job sus familiares y amigos le dieron dinero “y un a. de oro” cada uno (Job 42:11). En la parábola del hijo pródigo, el padre ordena que le pongan “a. en su mano” (Lc. 15:22). Santiago advierte que no se discrimine en la congregación entre un pobre y un “hombre con a. de oro” (Stg. 2:2). Es también símbolo de belleza (“Sus manos, como a. de oro engastados de jacintos” [Cnt. 5:14]).
  y le dio unas sandalias que representaban la libertad, porque en general las sandalias eran usadas por la familia de la casa, pero no por los sirvientes.
Los invitados se sacaban las sandalias al ingresar a una casa. Es decir que al recibir estos atributos se demuestra que el joven volvió a ser aceptado como un miembro pleno de la familia.
Esto demuestra que así como el padre de esta hermosa historia da la bienvenida a su hijo pródigo, Dios da una fantástica bienvenida y abre las puertas a quien se arrepiente, cuando los hijos de Dios se reconcilian con su padre celestial.

De más está recordar que así es nuestro Dios, porque: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22  La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella).

 ”. 20. como aun estuviese lejos— ¡Ah! sí, cuando se vuelve el rostro hacia el hogar, aunque todavía lejos, nuestro Padre reconoce a su hijo en nosotros, y sale a recibirnos, sin decir: “Que venga él a mí y pida perdón primero”, mas él mismo da el primer paso. Echóse sobre su cuello, y besóle— ¡Cómo! ¿Con toda su suciedad? Sí. ¿En sus harapos? Sí. ¿En su miseria y quebranto? Sí. “Padre nuestro que estás en los cielos”, ¿es éste el retrato tuyo? Así es (Jeremías 31:20  Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová). Y porque es así, no me maravillo de qué enseñanza tan incomparable haya hecho nuevo al mundo.
Durante su vida, Cristo ofreció a los líderes religiosos la misma invitación que a los “publicanos”, pero por su incredulidad y obstinación, no la aceptaron y se quedaron fuera de las bendiciones de Dios.

La parábola del hijo pródigo muestra la naturaleza del arrepentimiento y la prontitud del Señor para acoger bien y bendecir a todos los que vuelven a Él. Expone plenamente las riquezas de la gracia del evangelio; y ha sido y será, mientras dure el mundo, de utilidad indecible para los pobres pecadores, para guiarlos y alentarlos a arrepentirse y a regresar a Dios. —Malo es, y es el peor comienzo, cuando los hombres consideran los dones de Dios como deuda. La gran necedad de los pecadores, y lo que los arruina, es estar contentos con recibir sus cosas buenas durante su vida. Nuestros primeros padres se destruyeron, a sí mismos y a toda la raza, por la necia ambición de ser independientes, y esto está en el fondo de la persistencia de los pecadores en su pecado. —Todos podemos discernir algunos rasgos de nuestro propio carácter en el del hijo pródigo. Un estado pecaminoso es un estado de separación y alejamiento de Dios. Un estado pecaminoso es un estado de derroche: los pecadores voluntarios emplean mal sus pensamientos y los poderes de su alma, gastan mal su tiempo y todas las oportunidades. Un estado pecaminoso es un estado de necesidad. Los pecadores carecen de las cosas necesarias para su alma; no tienen comida ni ropa para ellos, ni ninguna provisión para el más allá. Un estado pecaminoso es un vil estado de esclavitud. El negocio de los siervos del demonio es hacer provisión para la carne, cumplir sus lujurias y eso no es mejor que alimentar los cerdos. Un estado pecaminoso es un estado de descontento constante. La riqueza del mundo y los placeres de los sentidos ni siquiera satisfacen nuestros cuerpos, pero ¡qué son en comparación con el valor de las almas! Un estado pecaminoso es un estado que no puede buscar alivio de ninguna criatura. En vano lloramos al mundo y a la carne; tienen lo que envenena el alma, pero nada tienen que la alimente y nutra. Un estado pecaminoso es un estado de muerte. El pecador está muerto en delitos y pecados, desprovisto de vida espiritual. Un estado pecaminoso es un estado perdido. Las almas que están separadas de Dios, si su misericordia no lo evita, pronto estarán pérdidas para siempre. El desgraciado estado del hijo pródigo sólo es una pálida sombra de la horrorosa ruina del hombre por el pecado, ¡pero cuán pocos son sensibles a su propio estado y carácter!