El «nombre» de Jesús nos habla de todo lo que él es y todo lo que ha hecho.
En esta sola palabra va concentrado todo lo que es su persona y su obra. Actuar
«en su nombre» es, por tanto, vivir de acuerdo con su persona y obra: es vivir
como vivió él, con sus criterios y
valores, con sus motivaciones,
reflejando su personalidad y sus virtudes, y obrando siempre como él
habría obrado.