El que
refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina.
—Proverbios 13:3
Estoy
convencido de que, por ignorancia, los creyentes tienden a vivir por debajo del
estándar que Dios ha ordenado para sus hijos. No sabemos que nuestras
declaraciones y decretos diarios tienen el poder de alterar nuestros destinos y
cambiar la calidad de nuestras vidas. Como dijo Santiago: "Todos fallamos
mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz
también de controlar todo su cuerpo" (Santiago 3:2). Si controlar tus
palabras hace que guardes tu vida y crezcas en madurez, imagina lo que sucede
cuando no cuidas tus palabras.