martes, 4 de marzo de 2014

2 Timoteo 3:16-17


Toda la Escritura es inspirada por Dios, 
y útil para enseñar, para redargüir, 
para corregir, para instruir en justicia,
 A fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
Enteramente preparado para toda buena obra.

La tumba del renacuajo. Se dice que la mayoría de los batracios, (sapos específicamente) tienen la habilidad de adaptarse a diferentes tipos de temperaturas y climas, desde luego que pueden hacerlo por la resistencia de su cuerpo a los cambios. Si hacemos un experimento dejando caer un sapo en agua caliente, este salta de inmediato fuera del recipiente, pero si se lo vuelve a sumergir, esta vez en agua fría el sapo se queda allí, aun cuando se caliente el agua gradualmente hasta llegar a un punto ebullición, igualmente se quedará allí hasta morir.
Nuestro querido renacuajo se había acostumbrado a su entorno, tanto así que sin darse cuenta su piscina privada se estaba convirtiendo en una olla de agua hirviente y en consecuencia, en su tumba.

Cuando perdemos de vista nuestras convicciones y la Biblia como el manual de vida, dejamos que el entorno cauterice la forma de percibir lo que pasa a nuestro alrededor. Pecados que ya nos da igual si los confesamos o no porque nos acostumbramos a cometerlos. Palabras que son tan normales en nuestro entorno y que nos acostumbramos no solo a oírlas sino también a decirlas, o bien las cosas que ya no hacemos junto a nuestra familia porque dejamos que la rutina nos acostumbre a dejar de hacerlas. La violencia en el mundo de hoy y todos sus males se han convertido en el pan nuestro de cada día, tanto es así que terminamos consumiéndolo, dejando de lado el verdadero Pan de Vida.
En medio de todo esto, la palabra de Dios se convierte una vez más en un faro que nos ilumina el camino, mostrándonos todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre. La palabra de Dios es una medicina que se debe consumir diariamente, de los contrario se corre el riesgo de no distinguir lo verdadero de lo falso, lo honesto de lo deshonesto, lo justo de lo injusto, lo puro de lo impuro, lo amable de lo violento, lo que es de buen nombre de todo lo infame.
Filipenses 4:8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Los tiempo actuales están permitiendo cosas que otrora eran inaceptables, hay gente que no reconoce la línea que divide lo malo de lo bueno, al punto de atreverse a afirmar, que hoy en día no existe lo bueno o lo malo, sino lo que nos conviene más o no. Entonces a lo inmoral, le llaman estilo alternativo de vida. Pero ¿cómo reconocer lo bueno de lo malo?, ¿cómo saber si mi comportamiento es honroso o deshonroso?, ¿cómo saber si estoy educando a mi hijos enseñándoles lo bueno y lo malo?.
2 Timoteo 3:16-17 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
No permitas que tu espíritu se acostumbre a un entorno dañino para ti y para los que están a tu alrededor, no vaya a ser que al igual que el sapo de la historia, esa aparente y cómoda piscina se convierta en una trampa mortal.